CÓMO AYUDAR A LOS NIÑOS A QUE DISFRUTEN DE LA LECTURA
Leer tiene muchas repercusiones beneficiosas para los menores, una de ellas es que favorece el desarrollo intelectual del niño, necesario para interpretar el entorno e interactuar con él. Para que el niño adquiera un hábito de lectura adecuado es importante que se practique desde la primera infancia, periodo comprendido entre los 0 y los 6 años de edad. A lo largo de este periodo de vida, el niño experimenta distintas etapas en las que presenta una mayor predisposición por aprender unas u otras cosas, según los estímulos que le atraigan más.
La etapa comprendida entre los 0 y los 2 años, el aprendizaje del niño está influenciado por la interacción con los adultos, sirviendo como modelo de patrones de conducta el cuidador o el educador del niño. Durante estos años de vida se van desarrollando las habilidades necesarias para la comunicación humana.
La etapa posterior, entre los 3 y los 4 años, los niños inician la etapa escolar y comienzan los primeros pasitos hacia el camino de la sociabilización. Pero es a partir de los 4 años cuando el niño tiene como referentes importantes la familia, el entorno afectivo cercano y el sistema escolar, donde el aprendizaje se produce de manera estructurada.
Cabe mencionar que en todas las etapas, el lenguaje cubre un papel fundamental para el desarrollo cognitivo del niño y para la comunicación con los demás. Para los niños, el lenguaje no es solo el uso de las palabras de forma verbal, sino que les sirve para dar sentido al mundo que les rodea, en el que poco a poco van a desarrollar de identidad personal.
Así pues, fomentar la lectura desde los primeros años de vida es esencial para que el niño comprenda e interactúe con el mundo. Además la lectura facilita el desarrollo del lenguaje, de la comunicación e incluso de los afectos, como expresión de deseos, emociones y sentimiento.
En los niños más pequeños la lectura puede ser una actividad que refuerce el vínculo entre el niño y su cuidador, en la que el pequeño aprenda de la relación con el adulto y compartan el placer de leer. Buscando momentos concretos como la hora de acostarse o la hora de la siesta, para llevarla a cabo y poder asociarla, a largo plazo, con un momento de relajación.
Cuando utilizamos materiales llamativos (libros con texturas y con sonidos) o cuando modulamos el tono de voz, aumentamos el interés del niño por la lectura, ya que éstos aprenden por los sentidos (la vista, oído, olfato, gusto y tacto).
Cuando leemos con nuestros hijos, es importante, que al narrar la historia, utilicemos un tono de voz llamativo y modulemos el volumen ajustándolo a la historia escrita. Así atraemos la atención del niño y facilitamos el reconocimiento de las distintas emociones.
Debemos permitir que el niño elija el libro con libertad, aunque lo haya leído varias veces, ya que hay lecturas que les llaman más la atención que otras y por tanto aumentan su interés por la lectura. Es bueno tener a su alcance diferentes opciones de lectura y presentársela en momentos diversos, para permitir que el niño explore sus intereses con libertad.
Es importante destinar un lugar cómodo para realizar la actividad de leer, ya que la lectura no se reduce a la interpretación de palabras o dibujos, sino que es una acción que modula nuestras emociones, deseos o estados de ánimo. A los niños les llama la atención tener un lugar llamativo para leer, como un sofá grande, muchas almohadas de colores u otras opciones.
Sin duda, lo más importante, para que los niños desarrollen amor por la lectura, es crear el hábito. Para conseguirlo es necesario dedicar un tiempo diario para leer y hacerlo de forma continuada a lo largo de los días.